Si ese fuera el título elegido para una novela que tuviéramos que escribir por encargo, seguro que a todos se nos ocurriría algún ejemplo paradigmático de profesor (catedrático o no) cuyos méritos (académicos o no) para ocupar, y sobre todo mantenerse en el cargo, permanecen ocultos en el más absoluto anonimato para cualquier observador inocente.
Os recomiendo la lectura de este relato breve que me he encontrado vagando (es decir, haciendo el vago) por internet, que plasma de forma magistral una época y un modus operandi. Quizás os ayude a entender algunos por qués.
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1 comentario:
Cuán siniestra puede llegar a ser la más cruda realidad, chico. Por lo menos, leer sus versiones en letra de molde, indignaciones aparte, nos congratula con quien ha tenido el acierto de convertirla en literatura y de seguir refrescándonos nuestra frágil memoria. Tal vez algún día haya algunos "Don Federicos" menos...
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